19/2/12

Treintañeros. ¿La edad de la madurez?

Desde hace algunos meses en mi vida he tomado contacto con un sector de la población masculina que me está resultando fascinante: los treintañeros. Como siempre, voy a situar mi objeto de estudio en mi contexto favorito, la subcultura. Aclararé desde el principio que no escribo estas líneas con sarcasmo ni intención peyorativa, sino a raíz de las numerosas cuestiones que me hacen plantearme...


Pongamos las cartas sobre la mesa:

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Estos son mis héroes (algunos desde hace mucho, otros más recientes). Pasan los 30 y alguno ya es padre de familia.

Nunca he sido consciente de que los treintañeros estaban ahí.

No te das cuenta de que la gente que te rodea (física y virtualmente) crece; creces tú y crecen ellos. Escribes nuevos significados a canciones que ya conocías.
Pero no todo el mundo se relaciona con gente mayor que ellos, así que esto es quizá más un intento de análisis desde el distanciamianto personal que una generalización universal. Por esto de que las culturas se analizan mejor desde fuera.

Yo tengo primos treintañeros pero no los había visto como bichos raros, probablemente porque han seguido la evolución que se considera natural y tradicional: estudiar - trabajar - independizar - pareja estable/matrimonio - (...).
Luego me encontré con la otra especie.
Una especie de treintañero que valora la abundancia en la cultura material de música, películas, cómics, libros, ropa, viajes. Desde adolescente, con mi complejo de Enid Coleslaw, me he sentido muy atraída por este tipo de personajes, que aunque en algunas ocasiones no llegaban a la treintena, sí nos llevábamos una cantidad considerable de años de diferencia... pero estas relaciones nunca prosperan, ya que los treintañeros simples (la mayoría) tienden a emparejarse con chicas pasivas que no compartan gusto con ellos. Quieren que todo fluya.

En los treintañeros que se encuentran en la subcultura, de los que hablo hoy, hay un extraño mezcladillo de valores que tradicionalmente se relacionan con la edad adulta, ya sea porque los tienen o porque aspiran a ellos (pareja estable, "estabilidad" financiera y laboral, establecerse en una ciudad concreta), con otros valores que considero adolescentes o juveniles (ocio nocturno como prioridad, pandillas, inquietud por aprender constantemente, evasión, drogas, estilo de vida descuidado y egoísta). Eso les hace felices, por encima de ser coherentes sólo con un lado. But you can't have your cake and eat it.



Me parece interesante la contraposición de lo que yo conocía como treintañero y la realidad del treintañerismo. No sé si el treintañero espera a que algo mejor (¿el qué?) venga solo o simplemente se cansó de caerse y volver a intentarlo. O ya no tiene ideales, ni tiene metas. O nunca las tuvo.


Nick Hornby. Alta fidelidad y el modo de representación treintañerista.

Ese treintañero echa de menos los veintipico porque aquello era su idea de libertad. No tener que preocuparse por nada, no depender de nadie ni que nadie dependa de él.
Con el paso de los años, se encontraron en la necesidad social de asumir los valores típicamente adultos que mencioné antes, porque esa era su idea de crecer. Alguno hasta lo llamará madurar.
Pero no sé si eso es madurar. Mi admirado Nadaimporta dice que "Madurez es saber quién eres y lo que quieres". No entiendo entonces que haya tantos treintañeros que quieran prolongar la resaca de los 20 en lugar de construir una nueva categoría, en alzarse victoriosos sin necesidad de ser moda. Ser auténticos.

Los héroes que puse en la foto de arriba no me hacen ser consciente de la edad que tienen o la distancia que existe entre ellos y yo. No me desentona ningún comportamiento o actitud suya, me parecen coherentes con la filosofía de vida que predican y eso encaja con mi término de madurez. Ser honesto contigo mismo. Por ejemplo, he conocido a un treintañero que es así y eso me gusta. Pero luego pienso en las diferencias generacionales: que más edad implica menos espacio para la espontaneidad. Y que menos edad implica inestabilidad. ¿Chocar o complementarse?

Estas deducciones sobre la personalidad dual del treintañero, además de por mi experiencia en el mundo real, vienen desencadenadas por una película concreta: The Other F Word (2011).
Los protagonistas de este documental han sido héroes para muchos, durante muchos años. Héroes del punk rock y de los tentáculos de esa subcultura que no murieron, sino que con el tiempo aprendieron a domesticarse. O dicho más fisnamente, a hacerse adultos. En este caso, a hacerse padres.

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Tim, el cantante de Rise Against, desayunando con sus hijos. Algo que no ves todos los días...

El documental me dio otra perspectiva sobre mi teoría de los treintañeros, que no obstante, no deja de ser la otra cara de la misma moneda. Son hombres, chicos, que tuvieron una juventud alocada, no necesariamente por ser iconos y poder conseguir todo lo que quisieran, sino porque llevaron un modo de vida muy particular: participaban en ideales políticos, económicos y culturales alternativos a la corriente mainstream aceptada como "adulta"; tenían groupies y admiradoras diferentes en cada ciudad; sobrevivían en condiciones deficientes de dieta, higiene, etc; sufrían la inestabilidad económica (dependiendo del éxito de la banda)... ese estilo de vida se cauteriza en un determinado momento en sus vidas en el que, ¿por el miedo al reloj biológico? ¿porque encontraron el amor verdadero? ¿por obligación social/moral?, decidieron convertirse en padres.

Pero esos hombres no crían a sus hijos. Porque el documental enseña a unos padres que quieren con locura a sus niños y niñas pero que no siempre pueden estar presentes en su día a día.
Son gente que tuvo un sueño desde muy temprana edad: propagar a través de la música un mensaje en el que creían. Pero ese mensaje se distorsiona con el tiempo. Se vuelve hipócrita.
Son las contradicciones de la carrera musical; para que sea rentable necesitas dar el 100% de ti, pero ese es el mismo porcentaje de ti y tu tiempo que has de implicar para tener una relación de pareja justa, y no hablemos ya del porcentaje de ti que has de dar para criar a tus vástagos.

¿Qué he visto en The Other F Word? Me ha parecido un documental gracioso.
He visto a Fat Mike consintiendo a su hija todos los caprichos del mundo. Una niña que dentro de ocho años llamará a MTV para rodar un episodio de Teen Cribs y su padre se llevará las manos a la cabeza. Pero cuando lo haga, tendrá que ver que él ha creado todo eso.

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La déspota más adorable de la élite punk rock

He visto a Tony Hawk patinando con su hijo en el skate park del patio trasero de su casa.
Me he enamorado de Mark Hoppus en su papel de padre. Y de Tim McIlrath.
Al cantante de Rancid vaciando involuntariamente un parque cuando lleva a su hijo a jugar.

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Un padre llorando por la injusta muerte de su hijo. Otro padre abandonando su carrera musical para entregarse por completo a su familia.
He visto muchos Peter Pan.
A un grupo de chicos que se pensaron que el sueño iba a durar para siempre sin tener que sacrificar nada. Pero la realidad ha sido otra. Y unos se adaptan mejor que otros.

¿Conservan su esencia? Creo que no puedes ser fiel a ti mismo y llevar el estilo de vida que ellos llevaban. Ser egoísta y feliz y darlo todo por tu familia para ser feliz con ellos al mismo tiempo. Las distracciones VS la estabilidad. Hablan de cómo se han convertido en aquello contra lo que quieren (mejor dicho, querían) rebelarse.
Contradicciones de treintañeros.

No quisiera dejar mi teoría sólo a merced de los ejemplos de la película, que también considero extremos porque son gente que ha amasado mucho dinero con su talento y su saber venderse. Lo estoy viendo a mi alrededor. También hablo del declive de la zona Cedro y el auge de Ruzafa... de mi día a día en esta ciudad y de la gente que conozco y me asombra, me intriga y me lleva a escribir este post.

No estoy segura de si las contradicciones que señalo sólo las veo yo desde fuera siendo objetiva o es que lo estoy deformando todo con mi propia moralidad.
Ni aún poniéndolo por escrito he conseguido entender algo más sobre los treintañeros.
Pero The Other F Word es un ejercicio sociológico muy interesante.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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